jueves, 19 de junio de 2008

lasvie jas

Si era menos cuarto, era menos cuarto.
Ercilia no era de llegar tarde pero por alguna razón cuando se volvió vieja se volvió impuntual.
Marta fue impaciente toda la vida.
A las y cinco estaba ahí.
Un que tal rápido y tres cuadras de Marta muda, dientes apretados y boca fruncida.
Pasó una vidriera de zapatos divinos y se la aguantó, un vago durmiendo en la calle y se tragó el comentario, pero guardarse que descubrió un lugar nuevo de lanas le fue imposible así que decide ceder.
Son mucho más suaves y las chicas que atienden son regias.
Y con eso arranca por fin el programa semanal.
Hoy toca mercería, después una vueltita por Cabildo y el cafecito para el final.
Te digo que le cambias los botones y está, porque es gamuza de la buena viste, eso sí, si no lo buscas mañana se lo doy al muchacho.
El muchacho es Pablo, el hijo del portero. Poco le va a interesar el tapado marrón con corte de señora, pero de alguna forma hay que avivar a Ercilia que nunca pone la atención que Marta espera.
Si le muestra aros nuevos casi ni los mira, si le cuenta del divorcio de la que hace las manos en la peluquería no lo retiene y para peor, tiene la habilidad para sacar el aparato en el momento justo; cuando Marta quiere atención, Ercilia revuelve su cartera y lo saca: el telefonito ese; chiquito, lleno de botones y una luz que parpadea.
Y la atención se concentra toda en Ercilia y su aparatito; porque no solo quiere decir que el hijo tiene plata y la gasta en regalos para ella, sino también, y esto es lo que más la irrita a Marta, es una señal de que no esta vieja, o que no esta tan vieja.
Porque el teléfono lo manejo de maravillas; yo no soy ninguna boba.
Ante palabras como mensajes de texto y llamadas en espera Marta sonríe con dientes apretados.
Sacan número en la mercería.
Marta pide ochenta centímetros de elástico y un par de agujas número nueve. Ercilia muda.
Acordate de los botones para el saco.
Y se hace la tonta; Siempre se hace la tonta cuando le conviene.
Miran vidrieras por cabildo. Ercilia compra una camiseta blanca y Marta se la critica porque las de Morley de casa Félix son de mucho mejor calidad.
Esa se te va a arruinar antes de que llegue el frío.
Un par de galerías y una frenada en el puesto de flores.
Y por fin el merecido cafecito.
Lágrima para Marta y cortadito para Ercilia.
En jarrito para mi, y algo chico como para picar si puede ser.
Las novedades: se casa alguna nieta, se separa alguna hija, murió algún conocido.
Sara se compró un perro, y Marta también quiere uno. Ercilia ya tiene pero no es como el que se compró Sara o como el que quiere Marta, es uno gordo y petiso medio ciego y aunque ella diga lo contrario es evidente que no es de raza.
Pagan a medias, previa discusión dejame a mi, no estás loca; Propina mínima y muchos sobrecitos de edulcorante en las carteras.
Llegan a la esquina en donde se encuentran y despiden todos los jueves.
Beso, beso.
Cruzá despacito, tranquila que yo te miro.
Y Marta, solo tres años mayor, cruza con los dientes apretados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dos comentarios:
1)JAJAUJAUAJUAUAJAUJAJJAUJA
UJAJAJAJAA
2)...y no le robes las amigas a Marilu!!!!