martes, 29 de julio de 2008

Le sonó el celular.
Se levantó algo incómodo, estaba justo en el medio de la fila.
Se fue a hablar afuera; hace cuarenta minutos.
Ella quedó sola en la fila nueve.
A lo mejor es algo importante, del trabajo.
La película es interesante pero ella pierde el hilo.
Se llevó el saco, es que afuera hace frío.
Intenta no darse vuelta seguido, para no quedar desesperada. Le parece escuchar a alguien bajando los escalones, pero no. Ahora esta segura de que alguien baja, sí, una mujer que vuelve del baño.
En la pantalla el protagonista ya se casó, tuvo hijos y se tuvo que ir a la guerra. Lo dieron por muerto, pero es una de esas películas en las que en cualquier momento el soldado toca la puerta de la casa perfecta, con jardín, reja blanca y golden retriver durmiendo en los escalones de la entrada.
Ella reza para adentro para que vuelva su cita antes que el actor, porque en cuanto el héroe aparezca la película termina y ella se niega a declararse plantada de esa forma.
No es que nunca le haya pasado, pero una cosa es un plantazo tradicional y otra muy distinta es haber charlado en la fila de las entradas, haber tomado un cafecito antes de la película y haber pensando en el baño si van a vivir juntos en una casa por Martínez o en un departamento por el centro.
Y pasó: volvió; estado de shock, lagrimas, beso apasionado. Fin de la película.

jueves, 10 de julio de 2008

GATO

El jueves fue la reunión de consorcio.
La decisión estaba tomada: se prohíben las mascotas en el edificio.
Un alivio, antes no se podía proponer porque era un ataque directo al matrimonio Ruiz.
Como quince años vivió ese perro.
Ahora que pasó a mejor vida el único animal del edificio, podemos establecer la regla.
La vieja del primero estuvo de acuerdo, el matrimonio joven del segundo también, los Ruiz no estaban listos para comprar perro nuevo así que dijeron que sí, Pablo del quinto fue el que lo propuso junto con el encargado; Alba la del sexto no abrió la boca.
Es para el bien de todos, basta de ruidos molestos, además es una crueldad tenerlos en un departamento tan chico.
El domingo de esa semana Alba se encontró un gato.
No lo dudo.
Y ahí esta, tirado en el sillón de uno de los ambientes del sexto.
Y la vieja del primero estornuda: es alergia.
Alba baja al almacén a comprarle comida especial, con cuidado, si la ven se avivan.
Se encuentra con los Ruiz en el mostrador, está a punto de entrar en pánico.
Qué lleva y ella con la mente en blanco.
Una lata de atún.
Y vuelve en el ascensor con el ego alto, es que estuvo muy inteligente.
Abre la lata y lo llama, lo busca, no está; pero lo escucha.
Es que está cerca, ahí, parado en la baranda del balcón.
Del balcón de Pablo.
A Alba no le queda más remedio que ir y tocarle el timbre a su vecino.
El del quinto; el que se hace el que no te ve y no te espera en el ascensor. El desagradable de Pablo, el fascista que impuso esta ley.
Pablo le abre en toalla.
Y le tiene que explicar.
Primero de mal modo y después bajando el tono porque en definitiva la poco ética es ella. Él otro abre la puerta en paños menores y la desubicada, la delincuente es Alba.
Quedó muy claro que no se permiten mascotas.
Ella lo sabe.
No tengo más remedio.
Y otra reunión de consorcio, dos en cuatro días, una dosis de ver vecinos mayor a lo que casi cualquiera puede soportar.
Pablo plantea el problema y a Alba le da bronca porque habla como si hubiese matado a alguien.
Le gusta, se cree el papel de abogado defensor del pueblo.
La primera en reaccionar es la vieja.
Que tiene alergia hace días y esta segura que es por el bicho, que se puede morir y otra sarta de estupideces propias de una mujer vieja y psicosomática.
Todos están de acuerdo en una cosa, Alba es casi una criminal, pero el gato no puede quedar en la calle.
Quedátelo hasta que le encontremos otro lugar.
Todos proponen llamar a cuanta sobrina, amigo, nieto tengan.
Lunes, Alba sale temprano y vuelve tardísimo del trabajo.
Sube por la escalera, es que se cortó la luz.
Llega agitada y para su horror, tirado en el palie, el gato.
Dormido no puede estar, esta duro como una piedra.
Y ya van tres en cinco días.
Todos reunidos en el hall de abajo.
El veterinario me dijo que le dieron veneno para cucarachas.
A lo mejor fue una casualidad desafortunada.
No, imposible. Se tragó más de una caja de pastillas.
Estamos frente a un caso en que todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario.
Pablo tira sus frases de abogado barato en cualquier situación posible.
Preocupación general y una alegría interna.
La feliz es Alba que sabe que el papel de victima es mucho más agradable que el de acusada y esa satisfacción bien la vale un gato.

jueves, 3 de julio de 2008

En cuanto puso el pie en la alfombra se dio cuenta, pero bueno, no había nada que hacer.
Se levantó y fue a la cocina.
Puso agua a hervir y se hizo un té.
Sonó el teléfono.
Te llamo para que no vengas; es que bueno, mirá, pasó algo.
Una mala noticia, como tarda alguna gente en dar malas noticias.
No sé como decirte, estas cosas pasan, es que no somos nada; y así hasta por fin decirle que la señora Blanca había muerto.
Un ataque al corazón o algo de la cabeza no llegó a entender.
Noventa y cuatro tenía la señora. Y ella la cuidaba desde los ochenta y ocho.
Habrá sido por lo de hoy? No creo.
Leyó el diario despacio, con tiempo, total no tenía mucho que hacer.
O en realidad debería preocuparse porque ya no tenía trabajo.
Y eso? habrá sido por lo de hoy? Puede ser.
Leyó los clasificados y marcó un par, solo por marcar.
Llamó a su mamá pero no le contó lo de la señora. Lo que pasa es que sus papás se separaron hace como siete años y su mamá se volvió a casar con un tipo viejo y a ella, por ridículo que suene, le da cosa hablar de viejos que se mueren con su mamá; le parece que cada vez que alguien aclara y bueno es que era viejo, su mamá piensa en su marido.
Volvieron a llamar de lo de la señora Blanca.
Parece que no, que no murió. El médico que fue a atenderla dijo que sí, pero ahora parece que no.
Que poco profesional es la gente a veces.
Venite mañana igual, hoy no hace falta.
Tengo trabajo entonces, lo de hoy no fue nada.
Se dio un baño rápido y se secó el pelo.
Puso el noticiero y buscó la revista para ver si daban alguna película.
Otra vez el teléfono.
Disculpa que te moleste, que terrible, como explicarte.
Evidente, otra mala noticia.
Parece que la señora no se había muerto al principio, pero como creyeron que sí, la descuidaron un poco, habrá tomado frío o se habrá golpeado algo, y bueno en pocas palabras ahora sí que se murió.
Cortó el teléfono y estaba segura.
Casi perder el trabajo y no pero al final si, pueden ser casualidades; pero las dos muertes de la señora Blanca fueron sin lugar a dudas culpa de despertar con el pie izquierdo.